viernes, 18 de mayo de 2018

Armando Silles Mclaney: "Aire verdadero"





-Armando Silles Mclaney: Aire verdadero






Armando Silles Mclaney (Madrid, mayo del 68), es profesor de literatura y ha realizado una edición de autor de este su primer libro publicado que titula Aire verdadero. Este es, como he dicho, su primer libro; pero Armando Silles lleva muchos años en el mundo de la poesía, ha participado en muchos recitales, en programas de radio y ha publicado poemas  en revistas…
Hasta la publicación de Aire verdadero, su obra estaba más o menos inédita, aunque ha formado parte de varias antologías de poesía actual como son “Aldea poética” en sus ediciones  IV, V y VI y la antología colectiva “Haikurrelatos”.
Silles Mclaney es también un agitador cultural, como organizador de conciertos, recitales de poesía, emisiones radiofónicas, lecturas… En la emisora Radio Utopia viene dirigiendo un programa “Olvida tu equipaje” desde hace ya mucho tiempo.

 
Aire verdadero es pues su primer libro publicado y al tiempo la recopilación de gran parte de su poesía  en este volumen, es el fruto de un poeta, como dice en su contraportada:“un hombre que, por su camino, por su vida, va encontrando miradas, manos que se tejen, compañeros de sendas y alguna que otra injusta ignominia.”
Los poemas que forman Aire verdadero, están divididos en cuatro apartados y un epílogo en los que el autor trata las temáticas amorosa e intima, existencial, social y una última parte titulada “Los poetas locos” en la que el autor se pregunta para qué sirve la poesía: “Si la poesía arreglara algo, / si fuera la solución a los asuntos,/ Si nos rescatara de la muerte / yo escribiría.”


Pero el poeta sabe muy bien que la poesía, que es algo indefinible, entendida como compromiso no arregla nada ni soluciona los asuntos, pero agita conciencias. La poesía existencial nos deja siempre en duda permanente y nuestras preguntas se quedan sin respuesta verdadera porque todo son supuestos. Y la poesía íntima o confesional quizá nos haga conocernos mejor pero no nos salva de ser como somos, en cualquier caso es la poesía amorosa la única que parece acercarnos a la claridad de la luz  y digo acercarnos, no estar en ella, porque su antónimo, el desamor juega a la contra alejándonos de esa luz que vivifica y salva. La poesía, entonces, cuando toca la luz del amor, que es lo que mueve el mundo, sirve; pero su acercamiento resulta tan difícil que el amor, ni en lo amoroso ni en lo confesional e íntimo ni en lo existencial ni con el compromiso nos sirve para cambiar el mundo.

Y sin embargo, Armando escribe, y… ¿por qué escribe Armando? Porque sabe también que la poesía aunque no sirva  para nada de lo anterior ni para rescatarnos de la muerte, sabe bien digo, que la poesía es conocimiento y como tal sirve porque el poeta enuncia, verbaliza, el poeta busca conocerse a sí mismo y conocer a los otros. Es también comunicación porque el deseo del hombre, del poeta, es comunicarse con los demás, establecer comunión con los otros. 


Y sabe el poeta que la poesía es participación y revelación y salvación. Porque lo que busca el poeta es que los lectores, al leer, participen, interpreten, sientan, hagan suyo el poema  y lo que encuentra el poeta al escribir el poema, en ocasiones, no en todas, es que la poesía, inexplicablemente, le revela cosas, esto es más o menos lo que José Hierro me decía a mí hace muchos años en relación a la ella: “La poesía dice mucho más de lo que dice el poeta” y finalmente es salvación porque el hecho de escribir se produce siempre o casi siempre como necesidad, necesidad de conocer, de comunicar, de participar, de comprometerse con el tiempo que le toca vivir, de buscar en la palabra la luz que nos traiga la magia de su misterio, de salvarnos de todo  aquello que en la vida nos produce miedo, duda, incertidumbre, desasosiego, impotencia, dolor, de encontrar la alegría….
 
Necesitamos la poesía (aunque no sirva para arreglar el mundo ni cambiarlo) para tratar de encontrar esa luz, como espuma  que nos alumbre  por encima de la ceniza del ser humano y encontrar junto a esa luz el amor. Un amor que traiga la luz al mundo y la paz y la igualdad y la justicia , un amor  que traiga la fraternidad, un amor en fin que se alíe con la vida y lo hace con una poesía de claridad.
Y esto, todo esto, pretende ser Aire verdadero, intimismo y poesía confesional : “Todas las mañanas despierto / y veo mi imagen / ceniza del no,/ naufragio del otro,/ silencio ocre de las mañanas / en el espejo.”
Y quiere ser ebriedad del amor mientras no habla de la pareja, de los padres, de la hija: “Que tu mundo sea mi mundo / y mi mundo patria de tus besos, /  y cuando el tiempo acabe /tú seas mi último suspiro / y tus brazo sean mi última morada.”
Y saber que es conocimiento y comunicación: “Hablemos antes de que sea tarde: /quizá la vida es volver / o quizá permanecer. Seguramente/ la vida es empezar.”
Y decirnos que es compromiso dar testimonio:”Tiene que haber / entre todos los días uno / en que no haya la horca ni el fusil, / que haya días de respeto,/ días de alegre rebeldía.”
Y el poeta se aferra a la vida porque sabe que lo existencial empieza con la duda y termina con ella:  “Y te agarras a la vida /contra el cauce malhadado / del camino; (…) te agarras a la vida, / te subes a la orilla, te agarras a la vida.”
Todo esto lo encontramos en la poesía de Armando Silles Mclaney porque como dice el prologuista de este libro, el poeta Enrique Gracia Trinidad:  Armando nos lleva, con mucha sinceridad, por este Aire verdadero “ De la confesión íntima al poema amoroso, de la experiencia viajera al conocimiento del entorno próximo, sea político, profesional o literario, del beso a la herida, de la caricia dulce al golpe seco…Todo esto tiene cabida en este libro de tantos rostros como sólo un hombre sincero puede tener”
Y Armado se abraza con fuerza  (porque a él “le enseñaron que decir la verdad es bueno”) a la búsqueda de la revelación y la salvación: “ En el humano vivir /no hay mayor placer / y sentido que no dudar,/ buena comida, besos / y abrazos, / una copa,/ la niña llorando, /  la siesta y un libro,/ el perro que ladra,/ el mar, / aire verdadero.//// Luego está la Arcadia, / lo ideal, lo imaginado. Elige.”

En fin, Aire verdadero es la sinceridad absoluta, la búsqueda de la luz, de la espuma que se eleva sobre la ceniza del hombre y del mundo que quiere crear a su alrededor y que pretende que sea un mundo de paz, de igualdad, de justica y de amor.
                                         
                      Manuel López Azorín
                                              

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