miércoles, 14 de diciembre de 2016

Pedro Juan Gomila Martorell: La pasión según Dioniso



Pedro Juan Gomila Martorell: 
Eidolón III.  La pasión según Dioniso





Pedro Juan Gomila Martorell (Palma, 1967), acaba de publicar La pasiónsegún Dioniso (La Lucerna-poesía. Palma de Mallorca, 2016) Tercera entrega de su tetralogía Eidolón.

Al modo de la tragedia griega entona aquí Gomila Martorell un 

canto coral a Dioniso (dios de los placeres sensuales en la mitología 

griega), una composición poética escrita con diversidad de metros 

(el primer estudio crítico de la tragedia lo encontramos en la 

Poética de Aristóteles), con un personaje (a la manera de corifeo) 

protagonista que, separado ya del coro, dialoga con él y con otros 

personajes incorporados

Se dice que Esquilo fijó las reglas de la tragedia con diálogos, 

contrastes y efectos teatrales. Sófocles introdujo el monólogo. Esto 

permitió al personaje expresar su pensamiento y Eurípides 

incorporó el realismo para mostrar la dinámica del personaje.


Finalmente decir que la catarsis, para Aristóteles, es el símbolo de 

la toma de conciencia del espectador para comprender al personaje. Se distancia de sus propias pasiones y alcanza un alto nivel de conocimiento. Según el filósofo el defecto o debilidad del personaje le lleva al desenlace y a su caída o sacrificio.




Esta simplificada síntesis me sirve para establecer paralelismos 

entre ella y La pasión según Dioniso de Gomila Martorell que 

parece haber reunido es su poemario algo de cada uno de los 

grandes trágicos griegos (diálogos, monólogos, realismo) para 

continuar con la tetralogía Eidolón, ya que al margen de la 

temática, cada vez que el autor me envía una nueva entrega me dan ganas de llamar a mi querido y admirado amigo Luis Alberto de Cuenca, maestro en la cultura grecolatina que tanto me enseña, para  ahondar en las formas que Gomila Martorel emplea (los diferentes pies griegos, los coros, las innovaciones de los diferentes trágicos,la exposición, el nudo y el desenlace aristotélicos, etc. y etc.)


Lo cierto es que con cada uno de sus libros he tenido que bucear y documentarme (además de leer las notas finales de cada volumen que en este, por cierto, son menos extensas aunque igual de aclaratorias) y debo decir que me ha servido para que mi ignorancia  en tantas cosas fuera algo menor.


En cuanto a la temática, en la que Pedro Juan adopta el realismo de Eurípides, me retrotraigo a Eidolón I: Arcadia desolada donde ya dije que era un poemario a manera de diario que nace de experiencia personal de Pedro Juan Gomila  Martorell  y es confesional y valiente dada su temática homosexual. Así pues podrá decirse que su poesía  nace desde la más íntima necesidad y con ella, el autor toma conciencia de su condición, purga su sentimiento, educacional, de culpa, se restituye consigo mismo y se enfrenta a los prejuicios sociales imperantes antes de la legislación,  de la legalidad en España.

De la segunda entrega de Eidolón II: En la tierra de Nod dije 
también que Pedro Gomila Martorell, se siente como 
Caín por defender su opción de ser él, por negarse a sí 
mismo para ser lo que los otros le imponen. Lucha frente 
a ese destierro impuesto porque no quiere ser “fugitivo” en 
esta sociedad, y la Ley española  le ampara. En la tierra de Nod 
era, en definitiva, el poemario pleno de coherencia, de un poeta, 
un hombre, que lo que nos cuenta forma parte de su experiencia 
vital y en ella su gran conocimiento de la literatura de ayer y de 
hoy y con ella se sirve para mostrarnos referencias de pensamiento 
y de religión desde su lucha entre el yo que es y el que los 
condicionantes han pretendido que sea.

En esta tercera entrega Eidolón III: La pasión según Dioniso, quiero destacar, al igual que lo hice en las anteriores el magnífico prólogo (en esta ocasión de mi paisano el poeta y filólogo Alberto Chessa), del que cito: “No era yo sino un espectro / un extraño simulacro”, leemos en estas páginas como una ratificación del epígrafe global de la serie (pues eso –es- pectro, fantasma, aparición y no otra cosa es eidolón en griego). El héroe de toda esta – podríamos  llamar –  epopeya del desgarro que a nigún  lector puede (¡ni debe!) dejar indiferente, es un adolescente embarcado en una agónica búsqueda  de la propia identidad;(…) La raíz del dolor, la música del grito, el silogismo de la amargura, el álgebra de la soledad sancionada por la diferencia son los pilares, tan vulnerables, sobre los que el poeta se levanta para clamar, no en un desierto, sino en una selva de cemento y prejuicios  (…) El muchacho se mueve allí con una calculada impiedad, una inmisericordia hacia aquellos que (con la broza de mis odios) desconsidera como sus semejantes, algo que –acaso irremisiblemente – lo  termina abocando a celebrar el cuerpo desde algo parecido a una mística perversa, elevada a la vez que sojuzgada, herida, contrita: se intuye que no hay más valle para los despojos que el de un originalísimo – al punto que sadiano – valle de Josafat.”

El personaje de La pasión según Dioniso es el yo y el otro en 

continua lucha. El yo condicionado, reprimido, obligado por los 

condicionamientos religiosos y sociales nos muestra su dolor y su 

amargura su ser sin ser, su máscara que oculta y el otro, el ser que 

siente que es, el igualmente condicionado, se rebela, para conseguir 

ser no el otro sino el yo verdadero.

La última escena de este libro es el desenlace, la caída, el sacrificio para alcanzar la metafórica muerte del condicionamiento, de la represión, del dolor, la amargura. La batalla ganada a la impostura y la hipocresía de los que no toman conciencia, de los que masacran en vida, de los que no toleran.



En vano. Sin plegarias. En silencio.  
el viento quedó mudo cuando el hierro  
atravesó mi espalda ya desnuda. 
Vena de las púrpuras corrientes mana,  
espuma de la vida que se vierte… 
Caído en la celada como ciervo 
que fía de la voz de batidores.  
Sí. Vuestros son los miembros. Todos ellos. 
Cortadlos. Divididlos en pedazos. 

Las ramas de mi tronco se desgajan. 
Se arroja la cabeza, pies y manos.  
Preparan guarniciones para el resto.  
Crepitan en parrillas mis entrañas.  
La grasa se derrite gota a gota. 
La sangre, una delicia a fuego lento. 
¡Saciad vuestro apetito caballeros! 
¡Dejad mondos los húmeros y radios!  
¡Trinchad el pene hervido en los calderos!  
Mas mío el corazón. Y es suficiente.


Y el corazón que es aquí imagen de su sentimiento, de lo que le nace por dentro y nada ni nadie lo puede arrebatar, me recuerda unos versos de mi libro La ceniza y la espuma (Sial poesía, madrid, 2008) titulado
 "Lo intangible" 

Pusieron cerco con los alambres, las cuerdas...
y tejieron las redes de la trampa.

Como señuelos, las palabras dulces,
las excusas fingidas, las sonrisas de dientes afilados.

Escuché las aristas del espino
alimentándose en mis venas;
pero no di ni un paso, dejé que me creyeran atrapado.

(Pueden desposeernos de todo lo tangible,
pero nunca de aquello que nos crece por dentro.)


 Termino con lo que ya dije en Eidolón II: La tierra de NodLa 
poesía de Pedro Gomila Martorell, me parece a mí que es, y por 
ello me gusta,  testimonio  de sí mismo, da cuenta de lo que le toca 
vivir en un tiempo concreto, que es su tiempo, y es, a la 
vez,  búsqueda y conocimiento del ser, de la vida y del 
mundo, porque la Poesía, que es una y diversa, lo digo siempre, 
debe de ser una ventana receptiva, abierta, a todas las aguas, las de 
uno y las de otros ya que en sus aguas podemos encontrarnos 
en cualquier momento con un yo cercano al nuestro e incluso, como en el caso que nos ocupa, con nuestro propio yo y con  el otro. 

                                                     Manuel López Azorín   

  

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